CONSEJO PLENARIO OFM - SALVADOR DE BAHÍA, BRASIL,1983
Sel Fran XIII(1984)51-63
EL EVANGELIO NOS DESAFÍA
Reflexiones desde Bahía sobre la evangelización, 1983
Del 6 al 25 de junio de 1983, se celebró en Salvador-Bahía (Brasil) el Consejo Plenario OFM. Su tema fundamental era “Evangelización y Misión en la Orden”, y al mismo correspondía el “instrumento de trabajo” que previamente se había elaborado. El Consejo, sin embargo, prefirió darle nueva forma y convertirlo en un mensaje portador de sus reflexiones sobre la evangelización. “Se prefirió la opción de presentar un documento que valorara lo que los religiosos viven, especialmente en situaciones de difícil evangelización, que animara a los hermanos en su búsqueda de mayor fidelidad al carisma, ;que alentara las nuevas iniciativas que fueran surgiendo, que presentara con claridad unas líneas básicas de lo que significa ser franciscano hoy, en vistas a una clarificación de la vocación... Los cuatro capítulos del documento dejan un marco amplio a toda innovación seria, alientan cualquier iniciativa ya tomada o por realizar en alguna de dichas direcciones, dejan una puerta abierta y animan a una revitalización de cuanto hacemos y del estilo de vida que llevamos”’ (E. Martínez Manjón Consejero). Para estimular y enriquecer la reflexión de los miembros del Consejo, les dirigieron la palabra algunas personas cualificadas como el Card. Lorscheider y el P. Leonardo Boff.
Ofrecemos a continuación el texto del documento, traducido del inglés, cuyo original puede verse en Acta OFM 102 (1983) 193ss. También damos el saludo de apertura del Ministro General y sus observaciones finales (cf. texto original en Acta OFM 102, 1983. 190ss. y 203), así como la conferencia del P. Boff.
INTRODUCCIÓN
"Lo que hemos visto y oído,
Os lo anunciamos” (1 Jn 1, 3)
1. El Consejo Plenario de 1983 ha venido a reunirse a la ciudad de Salvador, adonde los hermanos llegaron por primera vez en 1500. Hemos venido a reflexionar sobre el documento de trabajo “Evangelización y misión en la Orden”, en el contexto del Tercer Mundo y en América Latina donde, como nos ha dicho el Ministro General, “han tenido lugar tantas realizaciones creativas e innovadoras en la evangelización y misión’.
2. A los brasileños les gusta referirse al Estado de Bahía como “la Tierra de la Felicidad” (“A Boa Terra”). Nosotros nos hemos encontrado más bien con una ciudad de contrastes estridentes. Sobre estructuras centenarias, se levantan modernos rascacielos de oficinas. Esparcidas por entre los condominios de gran lujo, se encuentran centenares de bosas de basura. Del millón y medio de habitantes que tiene la ciudad, 600.000 viven en favelas, y éstos no son más que un pequeño porcentaje de los millones que se amontonan en tales viviendas miserables en las ciudades brasileñas. las estadísticas de Brasil se pueden tomar como ejemplo de la pobreza que se padece en muchos países: el 1 % son riquísimos; el 4 %, son ricos; el 15 %, de clase media; el 40 %, pobres; y otro 40 %, miserables.
3. Hemos recorrido favelas de chozas improvisadas, con los sumideros al aire libre y malolientes, donde viven niños enfermizos. y padres desesperanzados. Hemos hablado con la gente, con los hermanos y con otras personas que viven y trabajan allí. Muchas de estas personas se han visto arrastradas a la ciudad por la sequía o por haber sido expulsadas de sus tierras. Vinieron buscando trabajo donde no hay trabajo. Sus intentos de mejorar sus vidas se han visto frustrados. Ante un cuadro de tanta miseria, hemos madurado las siguientes reflexiones.
4. Lo que hemos visto en Brasil refleja la pobreza que, lo sabemos bien, existe en todas las otras partes del mundo. Unos a otros nos hemos contado lo que sucede en nuestros propios países, del Norte o del sur, del este o del oeste, donde también hay viviendas miserables, desempleo, subdesarrollo, violencia, represión, y la miseria provocada por las calamidades naturales. En nuestras reflexiones y plegarias durante las sesiones del Consejo han estado presentes los relatos de abortos forzados, de encarcelamientos injustos, de los mártires de nuestros días y de los quince millones de refugiados que vagan por el mundo.
5. Hemos procurado hacer lo que el Papa Pablo VI nos pide en la Evangelii Nuntiandi: “Mirar la realidad social, económica y política concreta en que vive la gente”. Aun cuando ya conocíamos la pobreza, una vez más hemos vivido, aquí en Brasil, una experiencia impresionante que nos ha ayudado a verla, así lo esperamos, con los ojos de Jesús y de Francisco. Hemos procurado proyectar sobre las realidades que teníamos delante el Evangelio y nuestra misión de franciscanos. Con fe y convicción os decimos lo que hemos visto y oído y lo que hemos descubierto de nuevo: necesitamos ser evangelizados nosotros mismos antes de que podamos evangelizar a los demás.
6. Nuestro hermano el Card. Aloisio Lorscheider nos ha hablado de la conversión de los obispos brasileños al adoptar una postura firme a favor de los pobres: una opción preferencial por los pobres, que no es muy del agrado del gobierno ni de muchos ricos. Su acción pastoral ha adquirido una consistencia definida y eficaz mediante una planificación pastoral rea lista y verificable para todo el país. En el corazón de esta planificación están las 100.000 Comunidades Eclesiales de Base, de las que tanto podemos aprender.
7. Fray Leonardo Boff nos ha expuesto la fundamentación teológica y algunas de las intuiciones de la teología de la liberación que se viene elaborando en América Latina, y nos ha recordado que nosotros, como Hermanos Menores, “no necesitamos crear una teología de la liberación. Lo que tenemos que hacer es sencillamente vivir nuestra minoridad, nuestra pobreza evangélica: nuestra identidad franciscana”.
8. En el discurso de apertura del Consejo Plenario de 1981, nuestro Ministro General, Fr. John Vaughn, dijo con mucha sencillez: “Nuestra vocación nos empuja a anunciar el Evangelio a todas las naciones... la gente espera de nosotros que denunciemos las guerras, la carrera de armamentos, el hambre y la injusticia en el mundo; espera de nosotros que hagamos algo para la realización de aquello por lo que oramos y que predicamos...; espera de nosotros que apliquemos los valores del Evangelio a la cultura y a la sociedad de hoy”.
9. En su discurso de apertura de este Consejo Plenario, nos ha repetido su llamamiento: “Tenemos la información. Tenemos también la documentación. Tenemos la inspiración de tantos hermanos nuestros apóstoles que nos han precedido. Parece que lo que necesitamos hoy es imaginación y estimulo... Podemos hacer grandes cosas con la ayuda de Dios y la protección de su gracia, pero tenemos que levantarnos y comenzar a actuar.”
10. Nuestro mensaje El Evangelio nos desafía es una respuesta a sus palabras. Creemos que constituye un paso hacia nuestra propia evangelización. Creemos que tenemos la Buena Nueva. En estas nuestras reflexiones os ofrecemos un poco de esa Buena Nueva a vosotros que, esparcidos por todas las partes del mundo, vivís y trabajáis en medio del Pueblo de Dios.
11. Estamos agradecidos a los pobres, que son nuestros maestros. Estamos agradecidos también a todos aquellos que, llenos de alegría, sirven a los pobres y a los abandonados. Finalmente, nos es grato poder ofreceros a todos vosotros, hermanos nuestros, estas reflexiones que hunden sus raíces en el Evangelio y en nuestro carisma franciscano, y que pueden ser útiles para nuestra propia evangelización y para la evangelización de este mundo, a! que amamos.
Capítulo I:
NUESTRA MISIÓN ES LA EVANGELIZACIÓN
12. Hemos venido a Brasil convencidos de que el Espíritu de Dios nos ha llamado a ser evangelizadores, y conscientes de haber recibido de vosotros, hermanos nuestros, el mandato de reflexionar sobre el modo de realizar más eficazmente hoy esa misión. Hemos contemplado el mundo que debemos evangelizar y hemos tratado de discernir los signos de los tiempos. Hemos mirado también las Escrituras y a nuestro Padre san Francisco.
13. En nuestro mundo, lleno de esperanzas y aspiraciones, encontramos un anhelo de comunión, paz, justicia y promoción de la dignidad humana, junto con el deseo de que sean satisfechas las necesidades humanas funda mentales. Al mismo tiempo, observamos que la sociedad está atormentada por el ateismo y la indiferencia religiosa, por las ideologías en conflicto, por las guerras, el racismo, la opresión, y por una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres. Frente a semejante situación del mundo, ¿qué tenemos que podamos ofrecer?
14. Huesas nos dice: “El Espíritu del Señor me ha escogido para traer la Buena Nueva a los pobres. El me ha enviado a proclamar la libertad a los cautivos, a devolver la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y a anunciar que ha llegado el tiempo en que el Señor salvará a su pueblo” (Lc 4, 18-19). Esta es la misión de la Iglesia: revelar a Jesús y el reino que El proclamó. El quiere liberar a todos los hombres del pecado y de cuanto los oprime, para que puedan gozar de la plenitud de su vida: una vida de justicia, paz, esperanza, alegría y amor.
15. En cuanto a nosotros, la aceptación del camino de Jesús nos exige una metanoia, una conversión personal y comunitaria, si queremos fermentar las culturas con los valores del Evangelio. Debemos nosotros mismos ser evangelizados más y más, liberándonos del pecado y de toda participa don que podamos tener en la injusticia y opresión, de todo aquello que de alguna manera nos impida recibir y proclamar el amor de Dios que actúa en el mundo.
16. Buscando cómo ser mejores evangelizadores, miramos a Francisco, quien trajo para su tiempo nuevas intuiciones y énfasis:
FRATERNIDAD: cuando algunos en la Iglesia condenaban como herejes a los que se encontraban fuera de su redil, e incluso enviaban ejércitos contra ellos, Francisco proclamó la buena nueva de que también ellos son nuestros hermanos y hermanas.
PAZ: cuando unas ciudades guerreaban contra otras y la sociedad estaba dividida por el sistema feudal, él proclamó la buena nueva de la paz.
POBREZA: cuando se corría afanosamente tras de las riquezas como si fuesen una divinidad, él proclamó nuevamente la buena noticia de la “bienaventuranza” de los pobres.
MINORIDAD: cuando la meta de muchos era el poder y la fuerza, él proclamó la buena nueva de ser los pequeños, los menores.
ECOLOGÍA: cuando unos tenían miedo de la naturaleza y otros ambicionaban dominarla para su propio provecho, él proclamó la buena nueva de que la tierra es nuestra hermana madre, y la creación entera una familia que debe ser tratada con respeto.
PRESENCIA: cuando algunos religiosos se apartaban del pueblo, Francisco quiso que sus hermanos estuvieran cerca de la gente sencilla, presentes entre los menores.
ESPÍRITU SANTO: cuando la Iglesia estaba fuertemente institucionalizada, Francisco tuvo conciencia de la misión del Espíritu y nunca cesó de recordar a sus hermanos que fuesen “hombres del Espíritu”, y les dijo que el Espíritu Santo es el verdadero Ministro General de nuestra Orden.
Nos parece que el énfasis puesto en semejantes puntos sigue siendo importante en nuestros días, y vamos a reflexionar brevemente sobre ellos en los capítulos siguientes.
17. Como Hermanos Menores, pues, estamos llamados a ser una ““van-guardia evangelizadora” en una Iglesia que debe reencarnarse y renovarse constantemente. Por consiguiente, debemos ser especialmente vigilantes y sensibles ante los movimientos del Espíritu Santo, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Además de atender a los fieles, vemos que es necesario que lleguemos, en nuestras propias sociedades, hasta aquellos hombres que todavía no han sido tocados por el Evangelio y hasta aquellos otros que lo han abandonado en la forma tradicional en que les había sido presentado. Con nuestra presencia trataremos de ayudarles a interpretar su experiencia y de promover el bien que encontremos. Cuando nos parezca que agrada a Dios, anunciaremos explícitamente al Señor (cf. 1 R 16, 7). Además, pedimos a nuestros hermanos que respondan con generosidad a aquellas Iglesias locales de Asia” África y América Latina que tan grande necesidad de ayuda tienen. Tres mil millones de personas no han oído todavía el anuncio del Evangelio. Tenemos la gran oportunidad y el desafío de ofrecerles la visión de Francisco y, al mismo tiempo, de enriquecernos con esas culturas.
18. Este Consejo Plenario, por tanto, pide a todos los hermanos que:
1) Se dejen evangelizar por Cristo.
2) Busquen alimento en la Escritura, en la Eucaristía y en las varias formas de oración común y privada, que darán vida y vitalidad a nuestra evangelización (LG 11; AG 8; SC lOs).
3) Tengan “el espíritu del Señor y su santa operación (2 R 10, 9), para evangelizar auténticamente.
4) Prediquen el Evangelio a los fieles, y busquen junto con ellos caminos nuevos y creativos para llevar la Buena Nueva a los no creyentes y a los cristianos no practicantes de nuestras propias sociedades.
5) Apoyen a los hermanos nuestros que, “por divina inspiración”, van a vivir y a dialogar con el Islam y con otras religiones.
Capítulo II:
ENVIADOS COMO HERMANOS
19. Hoy la ambición, el racismo, la opresión y la guerra dividen a los pueblos. Pero también pueden verse gérmenes de esperanza, de vida nueva, en los grupos que promueven la solidaridad, especialmente a nivel internacional, y en los movimientos que promueven los derechos humanos, el ecumenismo, los sindicatos, la unidad entre los jóvenes y la coparticipación real en los bienes con los pueblos que se encuentran en vías de desarrollo.
20. Tai solidaridad, coparticipación en la vida y en el trabajo, es característica de la familia, y esto es lo que somos los seres humanos, todos hermanos y hermanas, hijos del mismo Dios que está en los cielos. Jesús se hizo nuestro hermano para unir todas las cosas en el cielo y en la tierra. El invita a cada persona a que forme parte de la familia de Dios. Constituir esa familia es el objetivo de nuestros esfuerzos.
21. Francisco moldeó su vida en la de Jesús, y lo imitó tratando a todas las personas y criaturas como familia. Consideraba a los que se le acercaban para seguirlo como un don del Señor, y el mismo Señor reveló a Francisco que debían vivir como hermanos (cf. Test 14).
22. la gente, tras ver a los hermanos, los describía como hombres de Dios que mostraban un porte honesto, un rostro sonriente, mutuo respeto, caballerosidad y amor (cf. I Cel 38; AP 25). Sus vidas mismas daban testimonio de la Buena Nueva. Ellos, no sólo creían y proclamaban, sino que, y esto es lo más importante, en sus vidas en común y con el pueblo, experimentaban los valores del Evangelio de Jesucristo. Si de veras queremos evangelizar hoy, hemos de hacer que la gente primero vea en nosotros aquellos mismos valores que eran tan manifiestos en la vida de nuestros primeros hermanos.
23. Nuestro estilo de vida como fraternidad puede servir de ejemplo a un mundo hambriento de comunión y que ansia una sociedad nueva y más humana. Por tanto, el Consejo Plenario pide a los hermanos que:
1) Adopten modelos de formación, tanto inicial como permanente, que estén basados en nuestra experiencia con los pobres y que nos ayuden a vivir una vida de constante conversión a! Evangelio y a los pobres.
2) Reconozcan y promuevan los dones que cada hermano ha recibido de Dios.
3) Den testimonio de fraternidad, que es la mejor forma de evangelización: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos.. (Jn 13, 15; cf. EN 69). Nuestra fraternidad invita a los demás a compartir lo que nosotros somos, tenemos y hacemos.
4) Se beneficien de la mayor relación mutua y coparticipación que puede darse en las pequeñas fraternidades, y apoyen la renovación que trata de realizar esos mismos valores en nuestras fraternidades más grandes, de manera que podamos ser modelos proféticos para unas Iglesias locales más comunitarias.
5) Cooperen, dondequiera que sea posible, en nuestros ministerios, pero especialmente en el apostolado de la prensa, radio y televisión, medios poderosos para proclamar los valores evangélicos.
6) Fomenten la comunión entre toda la Familia franciscana, la Primera, la Segunda y la Tercera Orden.
Capítulo III:
MENORES ENTRE LOS POBRES
24. Mucha gente, especialmente en el Tercer Mundo, sufre una pobreza inhumana: hambre, enfermedades, analfabetismo, desempleo y viviendas miserables. Inmigrantes y refugiados son dejados al margen de la sociedad. Millones de personas son oprimidas políticamente, muchas torturadas e incluso asesinadas. (la Iglesia tiene una lista siempre creciente de nuevos mártires). Cada año, treinta millones de personas mueren de hambre. las mujeres son tratadas como objetos y humilladas. la mayoría de la gente queda excluida del progreso social, económico y político; gozan de muy poca o de ninguna justicia; no tienen hogar, ni tierra, ni trabajo, ni dinero, ni libertad..., y son tentados por la desesperación.
25. También los países ricos del Este y del Occidente tienen sus pobres “marginados”: inmigrantes, grupos minoritarios, desempleados, minusválidos y perseguidos por motivos politicos o religiosos. Incluso entre las clases pudientes se da un número creciente de solitarios, de enfermos mentales, de víctimas del alcohol o de otras drogas.
26. Desgraciadamente, el mundo desarrollado está marcado por el consumismo que valora a las personas por lo que producen y poseen. A través de los medios de comunicación social el consumismo se extiende también a los países en vías de desarrollo, y crea necesidades ficticias a la vez que socava los valores verdaderos.
27. Ya en ci Antiguo Testamento, y especialmente en el Nuevo, es evidente la compasión de Dios hacia los pobres. Jesús dio a la pobreza su más profundo significado en su propia persona: en su nacimiento, en su vida y en su muerte sobre la cruz. Se identificó con los pobres (cf. Mt 25, 40). Proclamó con la palabra y la acción el poder de los que no tienen poder. Lejos de marginar a los pobres, Jesús los situó en el centro de su vida y ministerio. Al enviar a sus apóstoles, Jesús les mandó que fueran en pobreza (cf. Lc 10). También María, su madre, vivió como uno de los pobres (Lc 1, 46s; 2CtaF 5; UltVol 1; 1 R 9, 5).
28. Francisco encontró a Cristo a través del más pobre de los pobres, el leproso. El amor del Padre se le hizo realidad a través del Niño pobre de Belén y del Siervo sufriente del Calvario. Francisco vivió y trabajó con los leprosos y los pobres para compartir su “bienaventuranza”. Se gozaba en su bajeza y desinterés por el poder, en su ilimitada confianza en la Pro videncia y en su libertad. También nosotros, franciscanos, encontraremos a Jesús en nuestro vivir para los pobres, con los pobres y como ellos. Así, pues, a través de nuestra pobreza y minoridad es como nosotros somos evangelizados y evangelizamos.
29. Nuestro seguimiento de Cristo pobre (cf. 1 R 9, 1) nos llevará a vivir con los pobres como menores, viviendo con ellos la misma vida, en solidaridad con ellos, y siendo, como ellos, pequeños, humildes y sin poder. De esta manera, a la vez que somos evangelizadores, seremos evangelizados por ellos.
30. Sin embargo, debemos reconocer sinceramente que en la actualidad vivimos con frecuencia muy alejados de los pobres. Debemos, especialmente a este respecto, evangelizarnos sin cesar. Llegaremos verdaderamente a ser pobres cuando compartamos sus ansiedades, inseguridades y necesidades hastens. Como hermanos pobres entre los pobres, carentes de poder, con I aremos en la Providencia divina. Inseguros en muchas cosas, estaremos abiertos a un diálogo vital con el pueblo que nos rodea.
31. Esta vision de las necesidades de los hombres cambia nuestra ubicación franciscana en el mundo de hoy, tal como han hecho muchas Iglesias locales de América Latina al asumir una opción preferente por los pobres. Por ello, el Consejo Plenario pide a los hermanos que:
1) Vivan con los pobres, de manera que podamos ver la historia y la realidad desde su punto de vista.
2) Rehúsen adquirir o poseer bienes innecesarios, para dar un testimonio profético contra el consumismo creciente.
3) Aprendan de los pobres el espíritu de solidaridad y de fraternidad auténtica, que frecuentemente nos resulta difícil en nuestras fraternidades, a menudo más amplias de lo necesario y demasiado confortables.
4) Nos conscienticemos a nosotros mismos y al pueblo acerca del injusto sistema de dominación socioeconómica, política y cultural de millones de personas en el Tercer Mundo por parte de las superpotencias y de los países más ricos del Este y del Occidente, de las multinacionales y transnacionales, y que promuevan un nuevo orden económico y politico que traiga mayor justicia a nuestro mundo.
5) Adopten una postura profética contra todos los regímenes opresivos y totalitarios.
6) Lleven el Evangelio dondequiera que los pobres se estén organizando en busca de una liberación integral, sea por medio de organizaciones populares, uniones de trabajadores u otros programas de concientización social destinados a elevar al pueblo a una posición en la que sus derechos sean reconocidos y comprendidos.
Capítulo IV:
INSTRUMENTOS DE JUSTICIA Y DE PAZ
32. El capítulo anterior se refería a la injusticia que sufren los pobres al ser privados de los derechos básicos. Junto con otros seres humanos, los pobres sufren también las injusticias causadas por las guerras. Los contrastes entre ricos y pobres se dan en la ciudad y en el campo, como tan bien en los hemisferios norte y sur.
33. Los obispos de América Latina declararon en Puebla: “La carrera armamentista, el gran crimen de nuestra época, es al mismo tiempo causa y efecto de tensiones entre los países. Por ese motivo, cantidades inmensas de recursos se gastan en armas en lugar de emplearse para resolver problemas vitales”. (n. 67). El Papa Juan Pablo II proclamó vigorosamente en Hiroshima que, en nuestro mundo, la paz es parte vital de la evangelización. sólo por medio de una opción consciente... puede la humanidad sobre vivir."
34. Somos conscientes de la violencia de la guerra. Pero no somos tan conscientes de la violencia causada por la injusticia. Cuando un niño muere de hambre, eso es violencia. En Brasil, la Iglesia y otros ayudan a despertar la conciencia acerca de esa clase de violencia: la violencia del hambre de la expulsión de la propia tierra, del encarcelamiento, de las torturas y del desempleo. El sufrimiento de la violencia, directa o indirecta, se ha convertido en una forma de vida para muchas personas. Ver que tus hijos crecen sin ningún futuro, es violencia.
35. Dios quiere la justicia y la paz para todos sus hijos. Grandes oportunidades se nos ofrecen hoy para conseguir esto mediante el progreso de las comunicaciones, la ciencia y la tecnología. Las naciones, en cambio, dedican sus recursos a producir cada vez más armas, sin hacerse cargo de las trágicas consecuencias de ello. En algunos países, se hace creer al pueblo que están en guerra permanente contra la subversión. En realidad, las armas son usadas en la mayor parte de los casos para mantener el predominio de unos pocos mediante la represión de los derechos democráticos de la mayoría. Cada día se alza el grito de justicia proveniente de los perseguidos, exiliados, encarcelados, torturados e incluso asesinados a plena luz del día. Tal situación de represión y miedo está impulsando ya a algunas personas a tomar las armas para su autodefensa. El desequilibrio producido por el terror hace imposibles la justicia y el amor en todas las partes del mundo. Para mantener y justificar situaciones tan inhumanas y anticristianas, hay naciones que utilizan doctrinas como la de la llamada “seguridad nacional”. Olvidan que la seguridad no será resultado de la posesión de armas, sino más bien de la mutua ayuda entre las naciones y de la coexistencia pacífica.
36. Destruirnos unos a otros, y destruir nuestro planeta, no puede ser el destino que Dios quiere para la raza humana. Escuchemos a Isaías: “Mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá” (Is 54, 10). Jesús mismo prometió: "Mi paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14, 27). Ante el hecho de que cada día se gastan 1.440 millones de dólares en armamentos, mientras diariamente mueren de hambre 40.000 niños, es preciso que nuestro mundo busque los caminos para hacer realidad la admonición de Isaías de convertir nuestras espadas en arados (Is 2, 4), y usar esa inmensa cantidad de dinero (medio billón de dólares al año) para atender las necesidades de nuestra familia humana.
37. Francisco comprendió desde su experiencia de .Dios corno Padre suyo y Creador del mundo, y desde su experiencia de Jesús como hermano suyo, que sólo el amor puede proteger y defender a todos y a cada uno de los seres creados. Francisco mismo hizo de pacificador en múltiples ocasiones. Advirtió a sus seguidores seglares que no llevaran armas por razón alguna, poniendo así fin a muchas guerras de su tiempo y región. Su movimiento pacifista ha sido quizá el de mayor éxito en la historia humana.
38. Ser artífices de la paz es parte vital de nuestra vida franciscana y de nuestra evangelización del mundo. Por ello, el Consejo Plenario pide a los hermanos que:
1) Oren para ser hombres en paz con Dios y con todo el mundo, hagan de la oración y del ayuno parte de los propios esfuerzos por la paz, apoyen los movimientos que buscan la paz en nuestra sociedad, y se comprometan personalmente en tales movimientos.
2) Apoyen los esfuerzos no-violentos en pro de la paz, ofrezcan ayuda a los objetores de conciencia contrarios a la guerra, especialmente la guerra nuclear, estén del lado de los que son encarcelados por sus convicciones y esfuerzos en favor de la justicia y de la paz.
3) Desarrollen una pedagogía de la paz, especialmente para la juventud de nuestras escuelas y seminarios.
4) Adopten los medios para eliminar las injusticias entre nosotros mismos y, a pesar de nuestras diferencias, vivan juntos en paz en nuestras fraternidades, como testimonio de la paz de Cristo.
5) Dediquen hermanos, a tiempo completo, donde sea posible, a la justicia y paz, y apoyen a los hermanos ya comprometidos en este trabajo en las Comisiones de Justicia y Paz de la Orden y de las Provincias.
6) Sean portavoces de los derechos de los no-nacidos; y también de los nacidos, pero sin esperanza de un futuro.
7) Condenen firme y claramente la carrera de armamentos y todas las armas nucleares ya fabricadas.
CONCLUSIÓN
39. Todo lo que hemos dicho hasta aquí muestra que todavía estamos lejos de realizar lo que el Señor, la Iglesia y el mundo esperan de nosotros como evangelizadores. Por consiguiente, debemos cambiar en dos direcciones:
— haciendo una opción preferente por los pobres, de manera que nuestra evangelización arranque de los pobres y sea realizada con los pobres;
— urgiendo que nuestras fraternidades sean más misioneras y más consagradas a la proclamación del Evangelio, sin dejarse atar por estructuras anacrónicas.
40. Las Provincias y las otras entidades de la Orden deben dar los pasos para informar a sus hermanos sobre el trabajo de este Consejo Plenario, y elaborar los planes para llevar a la práctica su mensaje. Esto exigirá:
— una re-evaluación radical de los métodos de evangelizarnos a nosotros mismos y de evangelizar a los demás;
— una participación más consciente en la Iglesia local y en la cultura en la que servimos;
— encuentros de concientización y estudio acerca de esta dimensión fundamental de nuestra vida, la evangelización.
41. A los responsables de la formación, especialmente en las Provincias y en las Conferencias, se les pide que presten la inmediata y debida atención a la evangelización y misión, tanto en la formación inicial como en la formación permanente de nuestros hermanos. La importancia de esto, tanto para el contenido como para el estilo de la formación, nunca se subrayará suficientemente. Esta fluye de la reflexión sobre nuestra experiencia y los pobres son nuestros maestros.
42. Este Consejo Plenario ha indicado ya cómo la Orden debe continuar su estudio sobre la evangelización. El próximo Capítulo General deberá formular un plan concreto para la Orden, De manera semejante, se pide a las Provincias que elaboren un plan de acción para ellas mismas y que, en las Conferencias de Provinciales, se discutan tales planes.
43. Hemos descrito las realidades que hemos visto y los problemas que nuestro mundo presenta. No queremos parecer en nuestras reflexiones acobardados o faltos de esperanza. Por encima de todo, hemos de ser hombres de esperanza. El Papa Juan Pablo II nos dijo que los Hermanos Menores tenemos que ser mensajeros de esperanza para la Iglesia. El ejemplo de nuestros hermanos en el pasado y en el presente nos ofrece mucha inspiración y fundamento para la esperanza. Queremos alentar a los hermanos nuestros que ya se entregan generosamente a la evangelización y a aquellos que ya han hecho una opción por los pobres. Os estamos agradecidos a todos los que, en cualquiera de las varias etapas, habéis participado en esta reflexión sobre la evangelización. ¡Por intercesión de María, Madre de la Iglesia, y de nuestro Padre san Francisco, quiera el Señor hacer fructíferos nuestros esfuerzos!
Documentos que han servido de base para estas reflexiones:
A) Documentos de la Iglesia:
a) Concilio Vaticano II: Lumen Gentium, Ad Gentes, Gaudium et Spes.
b) Pablo VI: Evangelii Nuntiandi, 1975.
c) CELAM: Medellín, 1968; Puebla, 1979.
d) Congreso Internacional sobre las Misiones: Hacia una nueva era de las Misiones:
la Buena Nueva del Reino de Dios a los pueblos de Asia, Manila, 1979.
B) Documentos de la Orden:
a) Capítulo General de Medellín, 1971: Las Misiones en la Orden franciscana.
b) Capítulo General de Madrid, 1973: La Vocación de la Orden hoy
(cf. Sel Fran n. 6, 1973, 281-335).
c) Carta del Ministro General y su Definitorio: El problema mundial de los refugiados,
1979 (cf. Sel Fran n. 24, 1979, 385-391).
d) I Conferencia franciscana sobre el Islam, Asís, 1982
(cf. Se! Fran n. 33, 1982, 493-498).
e) Congreso de la Familia franciscana: Mensaje interfranciscano. Mattli 1982
(cf. Sel Fran n. 33, 1982, 484-492).
f) Carta del Ministro General y su Definitorio: La llamada de África, 1982
(cf. Sel Fran n. 32, 1982, 227-238).
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Saludo de apertura del Ministro General, John Vaughn
Mis queridos hermanos:
Es bueno para nosotros estar aquí juntos. Os agradezco a todos vosotros el haber venido. Tengo la seguridad de que hablo en nombre de todos Los miembros del Consejo Plenario, y también de todos los asistentes al mismo, cuando dirijo un sincero “¡Gracias!” a su Eminencia el Card. Dom Avellar Brandao Villela por su presencia aquí y por su gentil recibimiento en esta histórica y pintoresca diócesis de Salvador, Bahía. Damos también las gracias a todos los obispos auxiliares de Salvador, a todos los obispos franciscanos aquí presentes, a todos los superiores de Hermanas y de Hermanos franciscanos, y a todo este maravilloso pueblo que se ha reunido con nosotros esta mañana. Que vuestras oraciones y aliento hagan más bendecido y fructífero nuestro Consejo Plenario.
Agradecemos también a la Provincia de San Antonio y a esta Casa de Retiro de Brotas la calurosa bienvenida y los trabajos preparativos que tan generosamente habéis hecho. Que nuestros esfuerzos sean dignos de los vuestros.
Refiriéndome a los hermanos que participaremos en este Consejo Plenario, espero hablar en nombre de cada uno de nosotros cuando digo de nuevo que es bueno que nos hayamos reunido. Todos nosotros somos personas muy ocupadas y tenemos muchas cosas que hacer. Sin embargo, es bueno que nos reunamos de este modo, como hermanos, para orar, pensar y planificar juntos, demostrándonos a nosotros mismos, y también a los demás, que, aun cuando somos de muchos países diferentes y de variadas culturas y hemos venido de todas las partes del mundo, somos hermanos de una misma familia y podemos tomarnos tiempo para estar juntos y compartir mutuamente nuestras angustias y temores, alegrías y esperanzas, oraciones y planes para nuestro futuro.
No quisiera cansaros con explicaciones detalladas sobre lo que es un Consejo Plenario... Son muchos los asuntos referentes a la vida de nuestra Orden que este Consejo Plenario tomará en consideración, y cada uno de ellos tiene su propia importancia. El asunto principal es el de nuestra vocación a la evangelización y misión, y me gustaría decir unas palabras sobre este tema en la segunda parte de mi saludo.
En primer lugar, sin embargo, quisiera plantear otras dos cuestiones: ¿Por qué hay hermanos laicos en este Consejo Plenario?”, y, "¿Por qué estamos en Brasil ?”.
¿Por qué la participación de hermanos laicos?
He dicho que el Consejo Plenario es una reunión de superiores. Sin embargo, tenemos siete hermanos laicos que asisten a este Consejo Plenario como miembros suyos a todos los efectos, y ellos no son superiores de derecho. Como sabéis, durante los últimos veinte años, o algo así, se han hecho enormes progresos en el estudio de nuestra identidad como seguidores de san Francisco de Asís. El Concilio Vaticano II urgió a todas las órdenes religiosas a que estudiasen sus raíces, su carisma original, y, al hacer esto, nosotros hemos llegado a entender mejor nuestro carisma como una fraternidad, y la igualdad básica que Francisco quiso para todos sus hermanos: iguales derechos e iguales privilegios. En estos momentos, los hírmanos laicos no pueden gozar del derecho —el “dudoso” privilegio— de ser superiores y, consiguientemente, no podrían ser miembros del Consejo Plenario por el cauce normal. La anomalía de esta situación fue ya contemplada en el Consejo Plenario pasado. La voz del hermano laico está eliminada de asambleas como ésta. Sé que este asunto tiene aspectos cuya discusión sería interminable.
El honor debido a los sacerdotes a causa de su ordenación, que tan claramente proclamó san Francisco, no es el problema real. Aquí hablamos de una mismísima vocación de todos, sacerdotes y hermanos, la cual es un llamamiento a una mismísima forma de vida franciscana, y de sus derechos iguales para determinar el desarrollo de la Orden a la que todos pertenecemos. La legislación al respecto se encuentra actualmente bajo una muy seria revisión. Agradecemos a la Santa Sede que nos haya permitido progresar en esta ocasión, y damos la bienvenida a un número representativo de hermanos laicos entre los miembros de pleno derecho de este Consejo Plenario. Estoy seguro de hablar en nombre de todos al darles una calurosa y cordial bienvenida.
¿Por qué Brasil?
En 1981, el último Consejo Plenario recomendó que el siguiente Consejo se celebrara en Tierra Santa o en América Latina. El Definitorio General optó por América Latina por varias razones. las principales son estas:
1. El Tercer Mundo está adquiriendo una importancia cada vez mayor en la vida y futuro desarrollo de la Iglesia y de la Orden.
2. Dado que la evangelización y misión es el tema principal de este Consejo Plenario, se creyó que sería provechoso sacar inspiración de América Latina, donde han tenido lugar tantas realizaciones creativas e innovadoras en la evangelización y misión.
3. Nuestra venida a América Latina respondería a las múltiples peticiones de nuestros hermanos latinoamericanos a lo largo de los años de que no tuviesen que verse ellos siempre obligados a emprender largos y costosos viajes. Por supuesto, nuestra venida aquí, a Bahía, ha significado un gasto considerable para la Curia General, y el Ecónomo General, P. Re, nos hablará de esto en el momento oportuno.
Las Conferencias de América Latina (UCLAF) se decidieron por Brasil, y la Conferencia brasileña se decidió en favor de Salvador, y de esta manera nos encontramos aquí y nos sentimos profundamente agradecidos a cuantos lo han hecho posible.
Una vez en Brasil, esperamos combinar algunas experiencias de esta parte especial de Brasil con la tarea de discusión y planificación que se desarrollará dentro de la marcha ordinaria del Consejo. Por esta razón, hemos asignado una buena parte del tiempo al programa de las experiencias brasileñas. Incumbencia del Comité organizador será asegurar que todo cuanto deba hacerse se lleve a cabo durante las tres semanas que nos hemos reservado para nosotros mismos.
¿Por qué la "evangelización y misión”?
Este tema, que es el principal del Consejo Plenario, fue determinado también por el último Consejo en 1981. No hay duda de la importancia de esta materia en la actualidad. Constituye un aspecto capital de nuestra vida y trabajo como Hermanos Menores, y requiere constante reflexión y adaptación a las necesidades de un mundo que cambia rápidamente. Ahora quisiera llamar vuestra atención hacia la presencia de la Comisión Ejecutiva del Consejo Misional Internacional Franciscano. Su presencia subraya justamente la importancia del tema principal de nuestro Consejo
Siempre me ha impresionado el hecho de que Francisco, cuando todavía no tenía diez hermanos, empezara a enviarlos de dos en dos a predicar el Evangelio. Nuestra vocación consiste esencialmente en predicar el Evangelio, cosa que podemos hacer de diversos modos. Esto es lo que hace de nosotros una fraternidad misionera, en la que cada hermano es un misionero. A lo largo de los últimos siete siglos y medio hemos sido fieles a este carácter misionero que Francisco imprimió a su Orden. la Iglesia repetidamente ha llamado y sigue llamando a los hermanos para que lleven a Jesucristo al pueblo. América Latina es testigo de cómo la historia de la Iglesia y la de la Orden franciscana están estrechamente entrelazadas aquí.
Una llamada a la imaginación y al estímulo
Hoy como siempre, si no más, somos solicitados y esperados como mensajeros de la Buena Nueva de Jesucristo. Parece que gran parte del mundo vuelve las espaldas al Cristianismo; pero hay otras partes deseosas de que se les explique el Evangelio. La Iglesia está preocupada por la tarea de la evangelización hoy, por sus necesidades y desafíos. la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI es una prueba de esto. Tenemos la información. Tenemos la documentación. Tenemos, además, la inspiración de tantos hermanos nuestros apóstoles que nos han precedido. Parece que lo que necesitamos hoy es imaginación y estímulo para afrontar los inmensos y atemorizadores desafíos que el Señor, la Iglesia y el mundo nos ponen delante.
Menciono la imaginación porque, en muchos lugares, parece ser que gran número de los métodos antiguos ya no sirven. Por esta razón pusimos en marcha el Consejo Misional Internacional Franciscano, que ya en dos ocasiones se ha reunido y ha presentado nuevas ideas a la imaginación de los hermanos. Por la misma razón empezamos el Proyecto África, algo nuevo y diferente en la práctica de los compromisos misionales, que se está desarrollando satisfactoriamente, gracias a Dios. ¿Podemos tener más ideas imaginativas y creativas?, ¿tener otras? La juventud de hoy espera nuevas respuestas. ¿Hay nuevas respuestas? Hay ciertamente nuevos caminos para afrontar los nuevos problemas, nuevas res puestas a los nuevos desafíos. No podemos esperar resolverlo todo con respuestas preparadas para satisfacer las necesidades de otros tiempos.
He mencionado también el estímulo. Podemos hacer grandes cosas con la ayuda de Dios y la protección de su gracia, pero tenemos que levantarnos y comenzar a actuar. Muchos trabajan y muy duramente, por supuesto, pero, como Orden, podemos y debemos estar más comprometidos y ser más dinámicos en la evangelización de los pueblos hoy.
He dicho que evidentemente tenemos la información y la documentación, y muy buena documentación al respecto. Pero eso, en lugar de estimular a los hermanos, parece que nos hace sentir bien, con una especie de efecto soporífero. Tenemos esos documentos y su orgullosa posesión parece dispensarnos de actuar en conformidad con ellos. ¡Hemos puesto nuestro granito de arena, por decirlo así! El documento de Medellín sobre las Misiones es uno de estos casos. El documento de Madrid sobre la Vocación de la Orden hoy (cf. Sel Fran n. 6, 1973, 281-335) es otro ejemplo. Otros varios documentos estimulantes han llegado a los hermanos en los últimos años, pero parece que quedan como letra muerta. Estos han sido:
- la llamada a preocuparnos por los cerca de quince millones de refugiados que hay en el mundo (cf. Sel Fran n. 24, 1979, 385-391);
- la llamada a revisar nuestros apostolados y viejos compromisos, Narni 1979 (cf. Sel Fran n. 25-26, 1980, 3-13);
- el mensaje de Mattli, 1982 (cf. Sel Fran n. 33, 1982, 484-492);
- la Carta de Asís sobre el servicio franciscano a nuestros 600 millones de hermanos del Islam, 1982 (cf. Set Fran n. 33, 1982, 493-498);
- el llamamiento de los cuatro Ministros Generales referente al desarme y a nuestro compromiso en favor de la paz, 1982 (cf. Sel Fran n. 33, 1982, 383-384).
Las palabras de Francisco vuelven a exhortarnos: “Debemos comenzar a servir a nuestro Señor y Dios. Hasta ahora hemos hecho muy poco”. Nuestra oración, nuestro trabajo, nuestra preparación para el trabajo, todo debe ser más profundamente responsivo a las colosales, inmensas necesidades de hoy.
Un nuevo comienzo para la respuesta franciscana
Mis queridos hermanos: justamente acabamos de clausurar un Año franciscano, conmemorativo del 800 aniversario del nacimiento de san Francisco. Y ahora se nos ofrece otro año de gracia, el Año Santo proclamado por el Santo Padre. Hasta la Pascua del próximo año estaremos conmemorando la sagrada Redención, a través de la cual Cristo nos trajo la paz y la reconciliación. “Reconciliación” es también el tema del Sínodo de los Obispos que se celebrará más tarde en el presente año. Todos estos temas nos resultan como naturales a nosotros franciscanos. Nosotros escuchamos por doquier el deseo y saludo de Francisco al pueblo: “Pace e Bene”, Paz y Bien. Sus escritos nos invitan a meditar llamamiento a la paz y al perdón. Podemos reforzar y profundizar nuestro compromiso en favor de la paz a través de las reflexiones de este Consejo Plenario. La evangelización, el tema de este Consejo, nos llama a la fraternidad, a la justicia y a la paz, a una opción por los pobres.
Que nuestro Consejo Plenario despierte un nuevo comienzo para la respuesta franciscana a las necesidades del mundo respecto a la evangelización. Que promueva una vez más nuestra propia re-evangelización.
Tal vez no esté fuera de lugar, al menos si me permitís introducir una variante en el texto, concluir este saludo de apertura con la Admonición sexta de san Francisco:
Es una gran vergüenza para nosotros, siervos del Señor, que Francisco y tantos otros hermanos hicieran tan bien el trabajo de la evangelización, y que nosotros pretendamos recibir la misma gloria y honor por sólo hallar y escribir acerca de ellos.
Que el Espíritu Santo guíe y robustezca nuestros esfuerzos.
“Comencemos, hermanos!”
* * *
Observaciones finales del Ministro General
Mis queridos hermanos en san Francisco:
Durante las tres últimas semanas hemos estudiado juntos algunos de los temas importantes de la Misión y Evangelización desde nuestro propio y particular punto de vista franciscano. Dos cosas me han impresionado en su desarrollo.
La primera es la experiencia de visitar y hablar con gente que sufre gran necesidad y gente de una gran fe. Esto ha tenido un gran efecto en todos nosotros. No sólo hemos leído, o incluso visto (como en televisión), sino que hemos palpado y saboreado la suerte de los pobres. Hemos hecho, quizá, tan sólo una degustación de la injusticia, conscientes de que ella es la comida diaria para tantos hombres. Hemos Llegado así a comprender mejor que el Evangelio nos llama a que hagamos nuestra propia parte en el cambio de las estructuras injustas. Hemos tenido también contacto con el pueblo de fe sencilla y profunda, ya en las favelas, ya en la fiesta de San Antonio o aquí mismo en esta Casa de Retiro Esta fe ha estimulado nuestra propia fe.
La segunda cosa que me ha impresionado es que en nuestras propias discusiones sobre la inculturación hemos experimentado un tanto de frustración y la dificultad de comunicarnos con otras culturas. Para nosotros ha sido un desafío constante el tener que ser pacientes, escuchar a los otros, escuchar otras lenguas y otras formas de pensar y de sentir. A veces, por ventura, hemos tenido la sensación de que no éramos comprendidos, y así hemos aprendido a estimar lo que otros sienten en circunstancias similares. Pero esta experiencia ha sido rica también porque nos hemos aproximado unos a otros con confianza y, por consiguiente, hemos dado vida a una comunicación que vale más que las ideas y palabras. También nuestros conceptos han sido desafiados y, como resultado, hemos logrado un discernimiento. Ojalá que nos sintamos alentados a continuar el diálogo entre las culturas, mientras nos esforzamos en transmitir el Evangelio mismo a cada cultura, con un gran respeto hacia los dones de Dios que ya están presentes ahí.
Estoy contento de este Consejo Plenario; el espíritu de fraternidad ha sido notable, favorecido sin duda por la belleza del entorno y por la generosa y diligente hospitalidad que hemos recibido. Eso es un obsequio a nosotros, que quiero agradecer.
Estoy especialmente contento porque pienso que hemos escuchado con un poco más de claridad lo que el Espíritu Santo nos está diciendo. Espero que seamos capaces de transmitir esa visión y urgencia a los hermanos de nuestras Conferencias, Provincias y comunidades.
He aquí mis propias esperanzas personales acerca de la prosecución de este Consejo Plenario; son modestas, pero realizables e importantes:
1. Comenzaremos pronto a trabajar en la revisión de las Constituciones como preparación para el Capítulo General. Esto es un acontecimiento importante en la vida de la Orden, y debería ser para nosotros una ocasión de revisar y confirmar nuestra identidad. Espero que cooperaremos responsablemente en esta tarea y que urgiremos a otros a hacer lo mismo.
2. La Evangelización, como hemos visto aquí en Bahía, está en el mismo corazón de nuestra identidad de Hermanos Menores. Espero que podamos transmitir esto a otros como medio de renovación personal y comunitaria.
3. La preparación para la evangelización es, por ende, tanto más importante, y en ese sentido os pido a todos que seáis más conscientes de nuestro compromiso histórico para con la educación y enseñanza como medio de ayuda para que el Evangelio penetre las culturas y también como medio de prepararnos nosotros mismos para ser ministras idóneos del Evangelio de la reconciliación.
Ahora permitidme expresar brevemente mi agradecimiento, nuestro agradecimiento, a todos los que han hecho posible este Consejo Plenario.
Tenemos una deuda de gratitud con aquellos que nos han abierto sus corazones y sus vidas de una manera especial: los Cardenales y Obispos que nos han mostrado su visiona y su valentía, los jóvenes que nos han hablado de sus esperanzas y también de sus frustraciones, y los pobres cuya fe y necesidades nos inculcan el mensaje del Evangelio.
Nos marchamos ahora más conscientes de nuestras propias necesidades y debilidades, especialmente en vista del desafío del Evangelio. Pero pienso que nos vamos también con mucha esperanza y confianza porque junto con nuestro Padre Francisco podemos ver al Espíritu del Señor que se mueve en media de Su pueblo, y en ellas y en nuestro mundo vemos reflejada su bondad y hermosura. Que nuestro Padre Francisco, el Heraldo del Gran Rey, sea nuestro ejemplo.
Que la santísima Virgen de Guadalupe, patrona de todas las Américas y su primera evangelizadora, sea nuestro modelo mientras vamos tras ella con premura a través de los montes de nuestro mundo nuevo para traer de parte de Dios la buena nueva de la paz.
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